miércoles, 16 de abril de 2008

Premio Pulitzer retrata historia de un cáncer




Uno de los quince premios Pulitzer 2008 recayó sobre la fotógrafa Preston Gannaway, quien realizó un seguimiento de casi dos años a la enfermera de obstetricia Carolynne St. Pierre. La mujer padecía un cáncer al hígado y le encargó al periódico Concord Monitor un seguimiento fotográfico y periodístico del proceso familiar que vivirían.

Luego de la invitación que hizo Carolynne al diario, la fotógrafa Preston Gannaway y la periodista Chelsea Conaboy fueron asignadas para ingresar en la vida familiar de los St. Pierre y retratar cada etapa vivida en torno a la enfermedad de la madre.

Luego de dos años de trabajo, la serie llamada “Remember me” obtuvo la distinción en la categoría fotografía de artículo, llevándose diez mil dólares de premio.

El proceso de registro comenzó dos años después del diagnóstico inicial. A esas alturas, Carolynne ya había perdido el cabello y varios kilos. Unos meses después, le informaron que no podían seguir con las quimioterapias porque su cuerpo no podía resistirlo más y le dieron unos meses de vida.

Cuando la mujer de 44 años murió estaba acompañada por su marido, sus hermanas y dos de sus hijos, porque la mayor no quiso estar en ese momento. La familia accedió a continuar un año más el seguimiento para retratar el luto.

Las 19 imágenes ganadoras registraron las dificultades por las que tuvo que pasar la familia en su lucha contra el cáncer. Algunas de ellas fueron los problemas económicos, los traslados al hospital y los momentos más tristes con sus hijos.

jueves, 3 de abril de 2008

La rebelión de los robots

Pocas veces tenemos la oportunidad de leer un libro y al mismo tiempo ir “creando” la historia que queremos leer. Eso pasa con “La rebelión de los robots” de Alberto Balcells, Jacqueline Balcells y Ana María Güiraldes.

Esta historia para niños nos habla de los trastornos de los robots Alfa IV, que de un momento a otro se volvieron en contra de sus amos y comenzaron a destruir la ciudad en que vivían, pero que aún hay esperanzas, porque un solo robot, Poncio, está intacto.

Poncio y el lector son los encargados de averiguar quién está detrás de la rebelión de los hombres máquina.

Este no es un libro común y corriente, porque no se lee de principio a fin pasando las páginas en orden, es decir, su narración no es lineal, porque el lector tiene que seguir las instrucciones de la historia que lo van haciendo saltar de una página a otra. Pero eso no es todo, el lector no solo avanza por donde lo guían, sino que en varias oportunidades tiene la opción de elegir a qué personaje seguir o qué quiere que ocurra en la historia.

“La rebelión de los robots” es un libro que presenta las características de la interactividad, porque la persona que lee está obligada a elegir; el libro requiere de su participación para seguir avanzando, si no escoge, no hay más historia. Con esto los autores dejan en manos de los lectores las decisiones, que antes solo las tomaban ellos cuando escribían un libro “ordenado o lineal”.

En el 2001, Raymond Colle escribe en los Cuadernos de Información “El hipertexto: orden o desorden a la carta” y explica, con una cita de Georges Landow, que “con hipertexto, me refiero a una escritura no secuencial, a un texto que se bifurca, que permite que el lector elija”.

Esta definición se aplica perfectamente a nuestro libro, ya que la escritura propuesta por los autores no tiene una secuencia definida, sino que la secuencia la arma y desarma el lector o usuario. De hecho, si la persona que lee no quedó satisfecha con su opción puede volver atrás y tomar otro camino. Eso pasa en la página 27 de libro, donde la historia llega a su fin, pero en un texto al final de la página está la siguiente invitación: “Es obvio que tu decisión de bajar por el árbol no fue la adecuada para ir al rescate de tu amiga Natalia. Sin embargo, te daremos otra oportunidad: si deseas cambiar este final de ensueño por los miles de peligros que te traerá el ir en busca de tu novia, pasa a la página 65”.

Durante toda la narración el lector puede ir armando la historia, ver cómo quiere que sea y decidir si le gusta o no lo que va creando antes de llegar al final, que en este caso, puede llegar dos veces al FIN y una vez al FIN FIN.